El gato es mucho más exigente que el perro al elegir sus alimentos, y tienden a no comer si hay algo que les molesta en su plato de comida, ya sea cambio repentino de la dieta, o inclusive un cambio mínimo como el sitio donde se ubica el plato donde comen.
Los gatos prefieren comer muchas veces en volúmenes pequeños, varias veces al día que 2 o 3 veces y volúmenes grandes. Si tienen la comida a su libre disposición, ellos deciden el número de veces que van al plato, que pueden ser entre 10 o hasta 20 veces al día. Esto se debe a su comportamiento natural, donde en su habita salvaje cazaban presas pequeñas varias veces al día, y por lo general en horas crepusculares, es decir, amanecer y anochecer.
No podemos olvidarnos de la alimentación húmeda, pues son animales desérticos, con capacidad muy baja de toma de agua directa, ya que se hidrataban indirectamente al ingerir toda la presa.
En casa, debemos administrar comida húmeda al menos 2 veces al día, se mantendrán saciados y al mismo tiempo hidratados, esto con el fin también de evitar enfermedades renales y urinarias; ambas muy comunes en gatos domésticos.
Por otro lado, el agua la prefieren fresca y preferiblemente en movimiento, por esto se recomiendan tanto las fuentes eléctricas, o adicionar varios bebederos por la casa, lo que ayudará a incentivar el consumo directo de agua.
Hay gatos que se acostumbran a tomar agua de los grifos, sin embargo, es un practica no muy recomendada, ya que, si el tutor no está en casa, el gato no tomará agua, que puede llevarlo a deshidratación.
El estrés en los gatos puede desarrollar cambios en la alimentación, ya sea cambio de casa, cuando están hospitalizados, o en la introducción de un nuevo gato con quien tenga que compartir su plato de comida.